Inauguramos nuestra nueva sección de entrevistas con un invitado conocido por todos. David Álvarez se define como aprendiz permanente y consultor artesano en proyectos educativos y de desarrollo profesional. Quienes lo seguimos en redes sociales, podemos decir que es compañero cercano que siempre tiene a bien compartir, ayudar y aportar. Y además, cuando llegan las fiestas navideñas, nos regala una cuidada y exquisita selección de jazz. Su blog e-aprendizaje es de obligada lectura y seguimiento para quien se dedique a esta noble y hermosa labor de la enseñanza.
Desde Conecta13, investiga en nuevas formas de aprendizaje mediado por la tecnología. Y en sus “ratos libres”, colabora con IDD – Innovación y Desarrollo Docente dirigiendo nuestro Curso online de competencias digitales para docentes, Curso online de comunicación en red y gestión de recursos digitales, Curso online de diseño de actividades en entornos digitales y Curso online de creación de contenidos multimedia en el ámbito educativo.
Hoy nos responde a algunas preguntas sobre Competencia Digital Docente que podéis leer a continuación.
La Competencia Digital es una de las 8 competencias clave que nuestro alumnado tiene que dominar a la finalización de su enseñanza obligatoria para incorporarse a la vida profesional adulta y para poder aprender de manera permanente cuando ya no cuente con el acompañamiento de una institución educativa.
Sabemos que aplicar las tecnologías al aula no es gestionar un cambio tecnológico, sino gestionar la inmersión en una cultura digital que lleva consigo nuevas formas de participación, de comunicación y de consumir y producir conocimiento. ¿En qué sentidos y en qué aspectos esa cultura digital influye en la escuela? ¿Qué y cómo se debe enseñar en el siglo XXI?
Es el alumnado quien realmente acerca esa cultura digital a los centros, porque en general tanto el profesorado como los propios reglamentos de régimen interno de los centros hacen lo posible (a veces por desconocimiento, en otras más por dejación de su responsabilidad) para seguir funcionando al margen de la realidad digital en la que vivimos.
La escuela es un espacio de socialización, de generación de redes personales, de construcción de conocimiento y desarrollo de competencias, es donde se forja la ciudadanía del futuro y lamentablemente muchos centros educativos continúan haciendo lo mismo que hace 20 ó 30 años, viven de espaldas a la realidad y a las necesidades que la sociedad y el alumnado les plantea.
No se trata de un cambio metodológico, de esto ya nos hablaban los grandes pedagogos y pedagogas del siglo XX, es más bien dejar que la tecnología impregne las diferentes prácticas que ocurren en un centro educativo, desde las estrictamente pedagógicas (las prácticas de enseñanza y aprendizaje, de evaluación, el contenido y el currículo) hasta las organizativas (gobernanza y liderazgo, desarrollo profesional o la colaboración).
Si nos centramos en qué y cómo se debe enseñar, la respuesta para mí es clara, como dice Fernando Trujillo “el currículo es tu amigo”, y sobre él tenemos que diseñar prácticas pedagógicas que permitan al alumno construir conocimiento a partir de la investigación, la exploración, la formulación de hipótesis, la experimentación, la creación de artefactos, el trabajo colaborativo, la presentación y defensa de sus conclusiones.
Especialmente debemos de dejar de afrontar el currículo como una serie de cajones estancos, porque la vida real no es así. Para cualquier empresa que acometamos en el día a día tenemos que poner en marcha una diversidad de competencias y conocimientos, de una forma integrada, que nos lleven al éxito en dicha empresa.
¿Qué tipo de aprendizajes, en qué contextos y qué metodologías son necesarias para acortar la brecha digital entre el profesorado que desarrolla su competencia digital de manera natural frente al profesorado que aún muestra cierta reticencia?
La brecha digital no está entre el profesorado que no usa la tecnología y el que la usa, sino entre el profesorado que no la usa y su alumnado. Es al alumnado al que hay que rendir cuentas, al que según nos pide la normativa le debemos también ayudar a desarrollar su competencia digital, como una de las 8 competencias clave para el aprendizaje permanente. Para reducir esa brecha debemos mirar al profesorado que ya integra las tecnologías en su actividad docente. La mentorización, el acompañamiento, el intercambio de actividades y prácticas exitosas son claves para que los docentes que aún se muestran reticentes empiecen a dar pequeños pasos.
¿Qué importancia tiene el aprendizaje en red y el sentido de pertenencia a una comunidad, en primer lugar para el profesional docente, y como consecuencia, también para el alumnado?
Para el profesorado ha sido una consecuencia natural, como mecanismo de defensa, cuando pertenecían a un claustro que no entendía su forma de trabajar. La red ha supuesto una vía de expansión natural para este profesorado, que ha construido un claustro virtual. La red es, por otra parte, un espacio ideal para los aprendizajes informales, y aquí es donde el alumnado puede comenzar a cambiar su percepción sobre la tecnología. No sólo sirve para divertirse o relacionarse, también para aprender y participar.
¿Qué valor añadido aporta a la sociedad y a la Educación el profesional docente que define y desarrolla su identidad digital?
Ser consciente de tu identidad digital te da cierto margen de control sobre tu futuro y el futuro de tu comunidad. El profesorado que entiende que tiene identidad digital puede ayudar, en principio, a su alumnado a construir sus propias identidades, acompañando en un camino no siempre sencillo. Pero también puede ser modelo para sus compañeros de claustro.
Con la llegada de Internet y el desarrollo de las Redes Sociales, aprendemos de manera informal mucho más que antes y con más información que antes. ¿Cuál es la responsabilidad del profesional docente para saber transformar esa información en conocimiento?
Más bien diría que la responsabilidad del docente está en enseñar a su alumnado a transformar información en conocimiento, a usar las mejores fuentes de información (discernir la información relevante de la irrelevante), a elegir las mejores herramientas según el tipo de información que maneje o los artefactos digitales que quiera generar. Esto, evidentemente, no es posible si el docente aún no ha recorrido ese camino, si no es capaz de gestionar fuentes digitales de información y generar o construir nuevo conocimiento a partir de dichas fuentes.
Nos llama la atención cuando mencionas el concepto “artefactos digitales” y la competencia del profesional docente de crear sus propios materiales didácticos. ¿Qué posibilidades ofrecen las tecnologías digitales para aprender haciendo y mejorar los procesos de enseñanza-aprendizaje?
No hay aprendizaje si no eres capaz de generar una evidencia del mismo, y si además no eres capaz de reflexionar sobre el proceso. En ambos casos las tecnologías nos ayudan. Por una parte nos permiten una gran dosis de creatividad para generar esas evidencias, a las que nos referimos como Artefactos Digitales. También nos ofrecen espacios de reflexión, en forma de portfolios digitales, abiertos a la comunidad, conectados con los portfolios de nuestros pares y permeables a otras experiencias y puntos de vista.
¿Qué puede aportar el docente competente digital acerca de una reflexión sobre el propósito de la Tecnología Educativa que es desarrollada por empresas tecnológicas?
Tradicionalmente, la tecnología ha desembarcado en la escuela adoptando el espacio central del proceso de enseñanza y aprendizaje. Lo importante era tener un blog, lo menos relevante era el valor que añadía esa herramienta en las prácticas de enseñanza y aprendizaje. Hoy tenemos claro que la tecnología está al servicio del proceso de enseñanza y aprendizaje, ¿y quién mejor que el docente que es digitalmente competente para dar sentido a las tecnologías en el aula?
¿Qué legado puede dejar el docente competente digital en relación al futuro laboral, al ocio, a la participación ciudadana de sus alumnos en un mundo digital, globalizado y líquido?
Sin duda alguna hacerles competentes como aprendices permanentes, es decir, dotarlos de las herramientas, recursos, estrategias y, sobre todo, la red personal de aprendizaje que les permita seguir aprendiendo una vez que hayan dejado la escuela.
En definitiva, podemos concluir que como en cualquier proceso de enseñanza-aprendizaje, el alumno debe situarse en el centro como protagonista. En este caso, no sólo como aprendiz del buen uso que puede hacer de las tecnologías para su aprendizaje y su futuro profesional, también como impulsor y usuario permanentemente conectado a las tecnologías digitales en cualquier esfera de su vida. Un uso que, por consiguiente, no podemos excluir del ámbito educativo. Los docentes tenemos una responsabilidad ética con nuestro alumnado para conseguir que puedan sacar el máximo provecho de estas tecnologías, pero sin alienarse a la “máquina” como consecuencia de malos hábitos.
De la misma manera, tampoco los centros educativos se pueden mantener al margen. Debemos ser conscientes de la evolución que supone la inclusión de las tecnologías y recibirla con naturalidad. Sirviéndonos de espacios de colaboración e intercambiando nuestras prácticas. Espacios que, precisamente, la Red nos facilita para aprender e investigar juntos nuevos modelos de organización y colaboración.
Por todo ello, y viendo la inquietud que existe entre muchos profesionales docentes, decidimos diseñar nuestros de competencia digital docente con la intención de acompañarte en el desarrollo y logro de esta competencia. Unos cursos certificados por la Universidad San Jorge donde encontrarás un entorno virtual de aprendizaje al servicio de la Pedagogía con recursos multimedia, una metodología centrada en tu proceso de aprendizaje donde aprenderás haciendo mediante tareas eminentemente prácticas y conversando en foros y un equipo tutorial capitaneado por David Álvarez como Director del curso. Y en la tutorización y dinamización también van a aportar su conocimiento y experiencia, reconocidas profesionales y expertas, que también encontraréis en las redes sociales: Belén Rojas (Licenciada en Filosofía y Letras, experta en e-learning e innovación educativa), Jesús Santos (Licenciado en Biología. Máster en Profesorado ESO, Bachillerato, FP e Idiomas. Experto en competencia digital, ABP y PLE) y Miguel A. Ojeda (Licenciado en Filosofía. Máster en formación del Profesorado y Enseñanza de ELE. Experto en producción audiovisual).
Sin lugar a dudas, vivimos en una sociedad donde lo tecnológico se impone cada vez más. Es por ello que todos debemos concienciarnos del buen uso de las tecnologías. Y los docentes debemos reciclarnos y ponernos a la altura de lo que la sociedad demanda. Pero no debemos olvidar que todo esto conlleva un esfuerzo sobre todo de la administración, que debe dotar y facilitar los medios .
Totalmente de acuerdo, en nuestra profesión tenemos que estar continuamente reciclándonos y adaptándonos, en este caso a las nuevas tecnologías, con el fin de poder llegar mejor a los alumnos y mejorar su aprendizaje.
Está claro que la tecnología digital forma parte de nuestras vidas, que los alumnos de hoy en día han crecido con ellas y se necesita una transformación, pero esto requiere un tiempo de adaptación. La metodología aplicada sí que ha cambiado con respecto a 20 años atrás y el docente sí que contempla la tecnología digital como herramienta en práctica de enseñanza aprendizaje. Nos falta tiempo a los educadores para realizar actividades de formación que de alguna forma nos reciclen, no nos falta la curiosidad, ni las ganas de investigar, explorar, experimentar…nos falta tiempo, tiempo que no está contemplado en nuestro horario lectivo. Por otra parte, como comenta Ángeles Romero, los centros y sus educadores dependen de las administraciones y las herramientas que se nos proporcionan.
Hoy en día nos tenemos que adaptar, aunque cueste, a incorporar las nuevas tecnologías en nuestras aulas.
El alumnado nos lo demanda y debemos darle respuesta a sus inquietudes diarias para tratar de conectar más con ellos.