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COMPETITIVIDAD EN EL AULA: ¿SANA O INSANA?
- 16/01/2019
- Publicado por: idDOCENTE
- Categoría: EDUCACIÓN
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La competitividad en el aula es necesaria para lograr unos objetivos, pero es necesario revisar cómo la definimos. Si la definimos desde posturas genéricas y extremas como “se gana” o “se pierde”, estaremos fomentando en nuestros alumnos una baja autoestima, inseguridad y estrés. Por otra parte, si los alentamos hacia la perfección, rechazarán aquellas tareas o actividades donde no se sientan seguros y jamás aprenderán a afrontar y gestionar el fracaso.
Diariamente, los alumnos se encuentran con situaciones en el aula que tienen que superar. Sin embargo, es necesario ejercer cierta reflexión ante la posibilidad de que no las estemos planteando bien.
Se ha escrito mucho sobre los exámenes que califican con una nota numérica a los alumnos, pero no se pone en relación con el ritmo de aprendizaje de cada alumno. Habrá quien necesite de más tiempo para llegar al objetivo propuesto. Sin embargo, hay alumnos que compiten por obtener una mayor calificación y se vanaglorian de ello. El resultado es que ni unos ni otros, aprenden por el placer de aprender, sino por aprobar un examen o por obtener un punto positivo o una carita feliz.
También ocurre algo parecido con los trabajos que se mandan para casa. En muchas ocasiones, terminan haciéndolo los padres que se esfuerzan porque el trabajo de su hijo sea el mejor. Pero no les hemos dicho que el objetivo, en caso de que quieran ayudar a su hijo, es que se disfrute de ese tiempo compartido con él y de esa tarea aunque el resultado no sea excelente.
Otra situación es cuando agrupamos a los alumnos para determinada actividad y desconocen que el gran valor del grupo es ir todos a una para conseguir un objetivo común, ese “si tú te implicas y lo logras, lo logramos todos” se confunde con “hemos ganado”, “hemos quedado en segundo lugar”, “hemos perdido”.
La competencia sana busca un equilibrio entre el deseo de evolución y auto-superación de los alumnos sin desembocar en una competitividad feroz que repercuta en un ambiente negativo para todos y frustrante para muchos.
Por ejemplo, cuando aplicamos la Gamificación en el aula, si la aplicamos bien, el juego es una estrategia creativa que:
- Une a los miembros de un equipo.
- Fortalece el sentimiento de pertenencia a una comunidad.
- Incrementa la motivación y el espíritu de competencia sana.
Precisamente, la motivación, es uno de los elementos clave que no solemos relacionar con la competencia. Sin embargo, es vital que vayan asociados.
La motivación extrínseca es la que busca desarrollar actividades con el fin de obtener recompensas externas. Sin embargo, estas recompensas externas lejos de aumentar la motivación, la disminuyen. Si hacemos centrar la atención del alumno en una recompensa externa (calificación, premio vacío de significado), terminará perdiendo la motivación de hacer las cosas por el mero hecho de disfrutarlas y de aprender. Estaremos fomentando una competitividad insana porque necesitará volver a competir para sentirse bien.
Por el contrario, la motivación intrínseca es la tendencia inherente a buscar la novedad y el desafío, a extender y ejercitar las propias capacidades, a explorar y aprender. Es decir, se observa cuando realizamos alguna actividad solo por el deseo de hacerla, sin necesidad de una recompensa externa ni tampoco por la presencia de un castigo que nos obligue. Con ella, fomentaremos una competitividad sana.
La competitividad en el aula como oportunidad de aprendizaje
La competitividad sana es beneficiosa porque:
- Facilita que el alumno no tenga miedo a cometer errores, puesto que no suponen un fracaso. Más bien es una oportunidad para la superación.
- El esfuerzo se valora y se asocia a valores positivos. No es necesario ganar siempre, pero sí es necesario mejorar siempre e intentar hacer cualquier actividad lo mejor que se pueda.
- No se establecen comparaciones entre quien gana y quien pierde, sino entre los logros propios de uno mismo. Es decir, “has logrado hoy lo que ayer te costaba tanto”.
- Fomenta actitudes de cooperación y de ayuda a los demás. Porque cuando se disfruta de una actividad, los alumnos son sociables por naturaleza y ayudan desinteresadamente.
- Al poner el foco en el proceso y no en el resultado, se disfruta y se aprende más.
Y sobre todo, el mejor aprendizaje es un buen ejemplo por parte de los adultos.
Y tú, ¿compites o colaboras?