HABLAMOS CON… ITZIAR KEREXETA (AIREA E-LEARNING)
- 13/07/2017
- Publicado por: idDOCENTE
- Categoría: ENTREVISTAS
Itziar Kerexeta es Licenciada en Psicopedagogía. Consultora artesana, experta en Aprendizaje en Entornos Digitales. Profesora asociada UPV/EHU en la Escuela de Magisterio y Educación Social. Ha orientado su carrera desde airea e-LEARNING a la formación permanente de adultos, y más específicamente a la capacitación de profesorado en actualización pedagógica, trabajando desde la inclusión, las inteligencias múltiples pasando por las competencias digitales para impulsar un cambio de paradigma en la educación.
En plena era de las nuevas tecnologías de la información y el conocimiento, seguimos observando que no ha tenido el mismo desarrollo la dimensión emocional en la educación de nuestro alumnado. Sin embargo, la mayoría de docentes no dudan en reconocer como fundamental el dominio de estas habilidades para lograr un adecuado desarrollo evolutivo y socio-emocional del alumnado.
Le hemos preguntado a Itziar varias cuestiones en ese sentido que reproducimos a continuación.
¿Qué relación existe entre emociones e Inteligencia Emocional? ¿Cómo influyen las emociones en el ambiente del aula?
Las emociones son los componentes multisensoriales que nos hacen sentirnos de determinada manera en cada momento y que además tienen otras funciones asociadas como por ejemplo la regulación de la conducta. La inteligencia emocional nos permite conocer y detectar los síntomas y expresiones de estas emociones para poder actuar en consecuencia.
Dicho esto es evidente que las emociones influyen en el ambiente de aula y, aunque la teoría es fácil, sólo con la práctica, la reflexión personal y el compartir casos entre iguales, somos más competentes gestionando nuestras propias emociones y las del alumnado de cara a un mayor bienestar en el aula.
¿Nos puedes dibujar el perfil docente emocionalmente competente?
Es difícil dibujar el perfil de un docente emocionalmente competente ya que en parte está ligado al momento actual de esa persona, si bien podríamos decir que la conciencia de su estado actual y la capacidad de transmitir valores y actitudes convirtiéndose en una figura de apoyo para el desarrollo emocional de su alumnado puede recoger la esencia de este perfil.
¿Crees que la edad influye en el aprendizaje y el desarrollo de la inteligencia emocional? ¿Qué se debería enseñar en la escuela?
Por supuesto que la edad influye, y son las etapas evolutivas de los niños/as las que nos permiten incidir en ciertas conductas, valores, juicios y expresiones de las emociones. En la escuela deberíamos enseñar (o permitir) a ser, con las fortalezas y las debilidades, con las emociones tradicionalmente consideradas positivas (alegría, felicidad) y las que se han denostado (tristeza, ansiedad) porque todas tienen su función y son parte de nuestra vida y por lo tanto de nuestras aulas.
Un docente competente se atreverá a aceptarlas, a trabajarlas con su grupo estableciendo el diálogo apropiado para su edad. Desde ese intercambio y aprendizaje compartido es desde donde todos aprendemos. En estos aspectos bien saben los docentes de a pie que si se lo permitimos, los niños y las niñas nos dan lecciones cada día.
¿Qué papel juegan las familias en el proceso de aprendizaje del alumnado y de qué manera el docente puede establecer un vínculo que anime a su participación con el centro y los docentes?
Sin duda la familia y núcleo de convivencia original del niño/a es clave para el desarrollo integral y para poder incidir en su aprendizaje desde el centro escolar. Si contamos con el apoyo de la familia nuestro avance siempre será mayor. Este apoyo se consigue desde el establecimiento de vínculos pactados que permitan que las familias aporten y sean respetadas así como las familias respetan y asumen las decisiones e iniciativas de aula y escuela. Una relación fluida y de confianza tutor/a-familia repercutirá positivamente en el desarrollo integral de los/as niños/as.
¿En qué situaciones podemos contextualizar el duelo y cuáles son sus posibilidades educativas?
El duelo, muchas veces solamente asociado a la muerte, está presente en nuestras aulas desde que comprendemos este concepto como un proceso de adaptación. Cualquier pérdida o separación (traslado de lugar de residencia, repetición de un curso, primeros exámenes y sus resultados, cambios en grupos de amistades…) genera un proceso que, en función de lo significativo que resulte para su protagonista, supondrá un duelo más o menos evidente que tendrá su incidencia en la dinámica de aula y posiblemente en los resultados académicos.
Cuando hablamos de Diversidad en el aula, ¿cuántas realidades distintas abarca este concepto?
Es complicado hablar de cuántas cuando trabajamos un concepto abstracto y subjetivo como es la individualidad e idiosincrasia de las personas desde su globalidad. Para poder abordar la diversidad en el aula hacemos un recorrido de las situaciones más presentes o comunes en las aulas, desde las tradicionalmente reconocidas necesidades educativas especiales, a la inmigración, medio social desfavorecido, diversidad sexual, altas capacidades, etc. Esta visión holística y transitoria a las personas en sus momentos y etapas vitales aporta riquezas para la convivencia y el aprender entre iguales se convierte en una valiosa oportunidad.
En tu opinión, ¿los centros educativos deben disponer de un espacio colaborativo donde los docentes puedan comunicarse y relacionarse para diseñar buenas prácticas ante situaciones complejas?
La supervisión o contraste entre iguales y guiados por un experto, bien de forma virtual o presencial en base a casos y situaciones reales, genera un aprendizaje de incalculable valor de cara a intervenir de forma más satisfactoria en el aula y generar un mejor clima y mayor bienestar, empezando por el adulto que la lidera (tutor-tutora). Los espacios voluntarios de encuentro inter-centros generan por tanto altos grados de satisfacción porque impactan en uno de las mayores preocupaciones del profesorado de educación obligatoria: los conflictos, su negociación, la expresión de las emociones, la diversidad. Y más que diseñar buenas prácticas lo que extraemos de este tipo de iniciativas es seguridad, bienestar, que se traslada al aula en la apertura a modelos diferentes de relación más placenteros y satisfactorios para todas las partes.
En definitiva, no podemos olvidar que la incorporación a la escuela en la niñez, supone una etapa caracterizada por interacciones constantes entre iguales, al mismo tiempo que se desprenden del mundo familiar que conocen. Y que debemos lograr que cada niño/a desarrolle unas habilidades sociales para que de esa manera pueda afrontar sus emociones, positivas o negativas, pues todas encierran un aprendizaje. Una percepción de aceptación entre todo el alumnado de un aula, es un factor de protección y de valores para el desarrollo integral de cada persona.