Me quedaría con la actitud tan positiva de muchos y muchos alumnos que con su constancia y con una madurez fuera del alcance de sus edades -y hablo de los más pequeños, que son los que tengo yo- demostraron que los colegios se cerraron, pero las escuelas se mantuvieron abiertas.
Los maestros que hemos recibido el «llamado» a enseñar somos los que podemos transformar al mundo. Lo importante es la actitud para adaptarnos a los cambios y del mismo modo, realizar los ajustes en el Diseño Instruccional. Un docente convencido, motiva, conmueve, provoca, gestiona, crea, actualiza, sobrevive, defiende…
Hay que reconocer que los contenidos no son suficientes, pasan de moda, que la gestión de las emociones y el desarrollo de valores debe continuar en la universidad para construir andamiajes que permitan resolver problemas sociales. He ahí, la importancia de la formación continua para armonizar consensos y prácticas educativas e innovadoras.