ALUMNOS CON MAL COMPORTAMIENTO QUE NO DEJAN DAR CLASE
- 19/04/2022
- Publicado por: Toni García Arias
- Categoría: OPINIÓN

Por Toni García Arias.
Hace una semana escribí un tuit que, sin ninguna intención, generó una gran polémica en Twitter. El tuit en cuestión decía lo siguiente: “Hay alumnos que, con su actitud dentro del aula, impiden a otros alumnos ejercer su derecho a la educación. Cuando esos alumnos no están en clase, todos los demás lo agradecen. Triste, pero es así”. Como siempre he dicho en este tipo de ocasiones, yo soy dueño de mis palabras, no de la interpretación que alguien, con mejor o peor intención, haga de mis palabras. En ese tuit no se hablaba en ningún momento de alumnos con necesidades educativas especiales, ni se decía que dicha actitud no tuviese un origen, ni se decía que a ese alumnado no hubiese que atenderlo, ni tampoco que hubiese que excluirlo; sencillamente se exponía una realidad que miles de alumnos sienten cada día cuando llegan a casa y les dicen a sus padres “hoy no hemos podido dar clase”. En ese texto, como la gran mayoría de los que comentaron el tuit entendieron, se estaba hablando de alumnos que interrumpen en clase constantemente para que no se pueda dar clase, que hacen hogueras en el aula, que tiran sillas por la ventana, que agreden a otros compañeros, que les bajan los pantalones a los profesores y suben la escena a las redes sociales, que hacen retos virales en clase, que amenazan e insultan constantemente a otros compañeros, que le rompen la costilla de un codazo a un profesor y le rajan las ruedas de su moto, que se juntan en el patio para ridiculizar a un alumno con trastorno del espectro autista. Cuando esos alumnos no están en el aula, los demás alumnos lo agradecen porque pueden estudiar y no se sienten violentados. Negar esta realidad, blanquearla, posicionarse solo en el lado del que tiene una mala conducta por razones ajenas a él, no nos hace mejores ni nos hace merecedores del premio Nobel de la Paz, sino que nos hace ser parte del problema y no de la solución. Aunque el tuit fue muy aplaudido por miles de personas, algunos -con peor o mejor intención- realizaron ciertos comentarios fuera de lugar que a lo largo de este artículo quiero abordar.
Hay alumnos que, con su acuitud dentro del aula, impiden a otros alumnos ejercer su derecho a la educación. Cuando esos alumnos no están en clase, todos los demás lo agradecen. Triste, pero es así.
— Toni García Arias (@tonigarias) April 11, 2022
Algunas personas que criticaron el tuit señalaban que ese tipo de alumnos eran alumnos con necesidades educativas especiales. Por lo general, a excepción de los alumnos con trastorno negativista desafiante o alumnos con trastorno de hiperactividad -que son nerviosos, pero que no tienen mala conducta- los alumnos con necesidades educativas especiales suelen tener un comportamiento ejemplar. Es más; en realidad, este tipo de alumnado suele ser el que sufre las burlas, insultos y agresiones del alumnado que tiene una mala actitud en el aula. Así que todo aquel que asocia mala conducta con necesidades educativas especiales es que, sencillamente, no tiene experiencia alguna con este tipo de alumnos.
Alguna persona decía que era lógico que los alumnos se portaran mal en el aula porque se les obligaba a estar hasta los 16 años en el instituto y no querían estudiar. Decir semejante disparate es como afirmar que todos aquellos trabajadores a los que no les gusta trabajar tienen justificación para portarse mal en su trabajo y agredir a sus compañeros. En este sentido, hay que señalar que la educación obligatoria es un derecho, pero también es una obligación individual y social. El estado debe garantizar que todos los menores tengan una formación mínima, ya que mejorar la educación de los ciudadanos de un país es el mejor modo de avanzar social, cultural y económicamente.
Alguna persona comentó que poner el foco en esos alumnos con mala conducta era no tener empatía con ellos. Yo puedo tener mucha empatía con los okupas que necesitan una vivienda, lo cual no quiere decir que apoye que incumplan la normativa y me ocupen mi casa.
Algunas personas decían que esos alumnos seguro que tienen algún problema para comportarse así. Evidentemente, todo el que agrede, insulta, amenaza, se mofa de otros, sin duda, tiene un problema. Sin embargo, no debemos olvidar que el que sufre sus insultos, sus agresiones, sus amenazas y sus mofas, también lo tiene.
Todos los alumnos tienen derecho a recibir la mejor educación de calidad posible. Todos. Por eso, cuando se habla de alumnos que tienen un mal comportamiento en el aula, no se está hablando de excluirlos, sino de atender a sus problemas para que todos -todos- puedan ejercer su derecho a una educación de calidad. Cuando un alumno se comporta mal en el aula, suele obedecer a diferentes causas.
Una de las causas suele ser que su nivel curricular está muy por debajo del nivel medio del aula, lo que hace que no puedan seguir el ritmo de clase, por lo que su comportamiento termina a veces siendo negativo. Quizá, que el alumnado solo pueda repetir en una ocasión a lo largo de cada etapa, las ratios elevadas, la falta de intervención con los alumnos con bajo rendimiento curricular no asociado a discapacidad, así como una oferta educativa escasa, tengan mucho que ver. Pero eso daría para otro artículo.
Otra de las causas, aunque a priori parezca descabellado, es la popularidad. He conocido a jóvenes que han pasado de ser alumnos con un buen comportamiento y buenas notas a alumnos disruptivos. En mis sesiones de motivación, me confesaban que su cambio se debía a que su mal comportamiento les hacía ganar en popularidad dentro del instituto y aquello les gustaba. De hecho, a muchos de los compañeros extranjeros con los que tengo relación -sobre todo del norte de Europa- les llama la atención la popularidad que en los institutos españoles tienen los alumnos más conflictivos. En este sentido, tal vez los adultos deberíamos plantearnos qué imagen estamos ofreciendo a nuestros menores sobre popularidad y éxito.
Otra de las causas, posiblemente la más extendida, es la ausencia de expectativas paternas con respecto al estudio. Existen muchas familias que no tienen ni el más mínimo interés en que sus hijos continúen estudiando más allá de la enseñanza obligatoria. Tal como señalan muchos estudios, las expectativas paternas influyen en las expectativas de los hijos, aspecto que es determinante en el abandono temprano y en el fracaso escolar. Algunos de estos alumnos, al no tener la intención de avanzar por el sistema educativo, en ocasiones tienen un comportamiento negativo hacia la escuela que lo expresan a través de acciones contrarias a la norma.
Por último, otra de las causas más frecuente es la educación y los valores que reciben en su entorno familiar. Muchos de los alumnos con mala actitud y mal comportamiento en el aula pertenecen a familias que, para los centros educativos, se consideran conflictivas, ya que son familias que tienen una educación negligente con sus hijos, o que tienen una educación excesivamente permisiva que convierte a sus hijos en pequeños dictadores o que justifican siempre las malas acciones de sus hijos. Este tipo de alumnos -tanto de familias con nivel económicamente alto como bajo- tienen un ejemplo en su casa que no es el más adecuado para recibir una buena educación y que les hace tener un mal comportamiento: padres pasivos, padres ausentes, padres alcohólicos, con problemas de adicción, malos tratos a la pareja, malos tratos a los hijos, violentos, malhablados, analfabetos funcionales, etc. Evidentemente, el niño que vive en esas condiciones es una víctima, eso está más que claro, pero esto -aunque nos dé una explicación de a qué se debe su conducta- no le da derecho a que él mismo se convierta en verdugo de sus compañeros. Un alumno con una familia inestable -excepto en raras excepciones- se comporta de manera inestable. En este tipo de casos, se requiere una intervención educativa y una intervención social. En cuanto a la intervención educativa, estoy convencido de que, en la gran mayoría de los institutos, los docentes la llevan a cabo a pesar de tener treinta alumnos más y apenas disponer de recursos ni de tiempo. Sin embargo, pocas veces la actitud de estos alumnos mejora solo con esta intervención educativa, porque el origen de su mal comportamiento no es “educativo” sino “social”. Y aquí es donde nos encontramos con uno de los grandes problemas, ya que casi toda la intervención social que se realiza con estas familias es simplemente asistencial -becas de comedor, becas de libros, ayudas para el alquiler, etc.-, pero no se asocian a la obligatoriedad de asistir a cursos de formación sobre la importancia de la educación de sus hijos y cuidado de menores (alimentación, rutinas del sueño, hábitos de estudio, etc.), cosa que sí sucede en otros países de Europa. Eso, cuando se trata de familias con escasos recursos; con familias de un alto nivel económico se presupone que la educación que está recibiendo su hijo está en proporción a los recursos -lo cual no siempre es cierto-, por lo que con estas familias ni siquiera se interviene, aunque el alumno tenga un comportamiento totalmente disruptivo. De este modo, el estado solo garantiza que el alumno coma y tenga materiales, algo que sin duda es prioritario, pero sigue sin proteger su derecho a la educación, ya que en nuestro país está mal visto socialmente -y entre ellos, muchos de los que enarbolan con sus tuits desde el sofá la bandera de la preocupación por este tipo de alumnos- que el estado intervenga en la vida familiar de este tipo de familias. Así, al menor se le ofrece mucha comprensión, pero, al final, sigue desprotegido por parte de esos adultos tuiteros que tanto dicen quererlo y entenderlo ante una situación que ningún menor debería sufrir, con lo que -por lo general- termina imitando el mismo modelo familiar en el que ha sido educado. Y, con ello, volvemos al principio.
NOTA: las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de idDOCENTE. Si quieres colaborar con nosotros escribiendo un artículo de opinión, escríbenos a info@iddocente.com y te daremos todos los detalles.
Autor:Toni García Arias

Què gran artículo !!
Y para una novata.. què estrategias sugerirías para el docente cuando se dan esas situaciones ?
Seguro tu experiencia ayuda.
Muchas gracias
Totalmente de acuerdo en todo.
Me parece un artículo buenísimo en el que queda registrado de manera rigurosa la situación educativa y social que actualmente hay con este tipo de problemas en el aula. Incluido el hecho de que no se pueda ni hablar del tema, porque entonces eres un docente que excluye al alumno disruptivo, o un mal profesional porque no puedes » controlar a tus alumnos». Así me he sentido yo misma en determinadas ocasiones, cuando he tenido este tipo de situación en el aula y he pedido ayuda.
Se considera que este tipo de problemática es uno más que la escuela debe resolver sola y de puertas para adentro. Y eso, como con muchas otras dificultades, es totalmente imposible. No podemos permitir que la escuela vaya cargando, cada vez más, con la responsabilidad que correspondería a los padres, a las familias y a la sociedad en general. La escuela tiene su propia función educadora y educativa, que cumple, a pesar de la falta de recursos, cada vez mayor, sobre todo en la pública. Pero se hace necesario en este país: otra política de conciliación familiar para que los padres puedan dedicar más tiempo a educar a sus hijos, programas de escuela de padres y psicólogos en todos los centros, y una intervención psicosocial adecuada y competente para los niños de entornos difíciles con programas de reinserción social y atención familiar fuera del horario escolar.
Inversión y perspectiva de construir un futuro mejor. Y todo lo demás cae en saco roto.
Me encanta ver lo bien explicado que está un problema con el que nos enfrentamos muchos docentes a lo largo de nuestra trayectoria profesional. Bravo por tu artículo, te felicito.
Estimado Toni :
Te saludo desde Chile y he leído tu columna y la he compartido con los colegas de mi escuela. Soy profesora de educación diferencial y directora de una escuela pública que acoge a 260 estudiantes.
Tienes mucha razón en lo que describes, estamos viviendo en chile el retorno masivo a las aulas, después de 2 años de confinamiento por pandemia. Hemos tenido que sortear diversos problemas y entre ellos la disciplina y falta de motivación e interés de los estudiantes, junto con la gran brecha de aprendizaje.
Me encantaría invitarte a un consejo de profesores virtual para motivar a mis docentes con tu vasta experiencia y amor por la pedagogía.
Muchas gracias por tus escritos.
Saludos !
El Juez de menores os responderá perfectamente sobre el código civil, en el código penal del menor y el cumplimiento del ROF de centro educativo.
Él se llama Emilio Catalayud.
Orientación educativa y los servicios sociales deben de estar al tanto de esos perfiles y necesitan toda la ayuda del mismo sistema.
Insultar a un profesor es un delito porque es un funcionario público. Recordarlo a los alumnos es recordarles el estado de derecho democrático y constitucional. Ellos tienen derechos y obligaciones en la escuela y en casa, lo recoge el código civil.
Uniéndonos como docentes para frenar la negatividad es el éxito utilizando todos los mecanismos de la administración pública.
Gracias y seguimos hacia una nueva educación.
Buenos días, esto es lo que pienso sobre los alumnos que no dejan dar clase, los conflictos en la escuela y una propuesta de solución. https://antoniballester.com/2020/11/23/los-conflictos-en-la-escuela/
Es viable retirar a los estudiantes conflictivos del aula de modo sistemático? o eso si es exclusión y estigmatizacion?
No podría estar mejor expresado. Me ha encantado el artículo. Gracias por hablar de este tema sin tapujos.
Los centros educativos son centros de aprendizaje pero también de convivencia. Adaptarse a las exigencias sociales, a la prevención de violencia y a la resolución de conflictos que se puedan generar en el ámbito escolar, no es una tarea fácil. Conlleva la configuración conjunta de toda la comunidad educativa de un plan ordenado y estructurado pensado a medio y largo plazo donde se parta de una visión funcional de la convivencia, es decir, no sólo hemos de preocuparnos de las relaciones interpersonales entre los alumnos con el fin de que no entorpezcan las tareas académicas, sino de convivir con los demás, de respetar, de participar, de construir….
Los alumnos/as pasan por el sistema educativo y permanecen en el mismo un mínimo de diez años, los propios de la enseñanza obligatoria, lo que no sucede con ninguna otra institución ¿podemos dejar pasar esta oportunidad?