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UN NUEVO PARADIGMA EDUCATIVO
- 20/02/2017
- Publicado por: idDOCENTE
- Categoría: EDUCACIÓN
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En la autoescuela aprendimos a aparcar el coche. En la actualidad, los coches cuentan con cámaras delanteras y traseras que nos facilitan enormemente la labor. Y con seguridad, en muy poco tiempo, eso deje de ser una novedad. Tras estos cambios, se observa una revolución tecnológica que además incide y transforma los modelos económicos y productivos, que tienden a ser más colaborativos y horizontales. Y por consiguiente, exige una nueva forma de pensar, de conocer y de aprender para dar respuestas a las necesidades de un entorno donde prima la inmediatez, la incertidumbre y la creatividad.
Nuestros alumnos han crecido experimentando esos cambios. Y observamos que son ingeniosos, que comparten lo que saben y colaboran. Pues en muchas ocasiones, aventajan a los docentes en la manera en que buscan información sobre lo que les interesa o proponen varias soluciones distintas para un mismo problema.
La consecuencia más evidente de estos cambios es que pone en primer plano la capacidad de “aprender a aprender” que todos tenemos. Y que la Educación, debe motivar y desarrollar. Es la única manera de captar el interés de nuestros alumnos, y también de formar a los futuros profesionales del mañana para puestos de trabajo que aún no existen.
El objetivo de la Educación no es innovar, aunque sí debe servirse de la innovación como instrumento para provocar cambios.
En cuanto al docente, nuestros alumnos ya saben que el profesor no lo sabe todo, y que cualquier duda está a un clic de distancia de ser resuelta. El valor del docente ahora está más en la línea de guiar hacia la reflexión, la crítica y los valores éticos con respecto a cualquier tema que se trate. Despertar la imaginación para visualizar; reflexionar para tomar decisiones; plantear retos para emprender y gestionar la incertidumbre; establecer simulaciones para colaborar y trabajar en equipo…
Por tanto, los contenidos referentes a saberes son insuficientes a menos que vayan acompañados del desarrollo de competencias. Y para ello es necesario diseñar entornos informales de aprendizaje que sean motivadores, que contagien las ganas de aprender y emocionen, donde los alumnos sean los auténticos protagonistas. El aprendizaje informal es el más próximo a nuestra realidad y el más significativo y útil porque nos ofrece la posibilidad de actuar en nuestro entorno y modificarlo. Hablaríamos de “aprehender”, de construir el conocimiento, de hacerlo tuyo, de formar parte del resultado. Cristóbal Cobo lo citaba así: “Aprendizaje es todo aquello que ocurre mientras estás haciendo cualquier otra cosa”.
La disposición física del aula y del centro también debe favorecer ese aprendizaje informal, que muchas veces sucede trabajando de manera colaborativa con los compañeros en zonas y mesas comunes; otras dialogando con el docente; y también de manera individual en zonas que requieran de más silencio y concentración. Se debe ofrecer al alumno la posibilidad de trabajar en varios lugares y poder elegir el entorno más adecuado para la actividad que vaya a desarrollar.
Y como consecuencia de todo lo anterior, los sistemas de evaluación deben integrar más criterios de los estrictamente cognitivos que actualmente están basados en una prueba escrita donde solo entran en juego la capacidad memorística del alumno. O incluso si apuramos, hasta la tolerancia al estrés que provoca en ocasiones la temida “época de exámenes”. Aún queda establecer cómo evaluar el aprendizaje a través del error y no penalizarlo, el aprendizaje por observación, el conocimiento experiencial y personal, etc.
Si ya hemos solucionado esa tediosa tarea de aparcar el coche, ¿cuál es la próxima necesidad que cubrir o qué problemas tendremos que solucionar pasado mañana? No lo sabemos. En definitiva, es una labor muy compleja y se hace arriesgado dar respuestas anticipadas. De lo que no cabe duda, es que la Educación debe motivar la capacidad de “aprender a aprender”, y desarrollar el gusto porque el aprendizaje debe ser permanente, continuo e informal durante toda la vida.
Solo así, tendremos futuros profesionales que sean competentes en un entorno laboral donde debemos ser precursores de cambios, y en una sociedad líquida donde el conocimiento se transforma constantemente.