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¿A qué por un momento habríais gritado igual de fuerte y con la misma energía? ¿No os recuerda al “peque” de la familia que se ríe en cuanto os asomáis al cochecito?
Cuando nacemos la risa está integrada en nuestro ADN. Tenemos una predisposición natural hacia la diversión, la alegría y la curiosidad. Y no es patrimonio sólo de los niños, aunque no lo parezca tras toparnos cada mañana con algún mal gesto a cambio de nuestro “buenos días”. Lo que ocurre es que un día alguien se equivocó y se confundió al establecer un sistema educativo donde sólo lo rígido, lo riguroso, lo formal era lo adecuado. Nos estirparon el movimiento, el sonido, el ruido y lo visual de un solo golpe, es decir, todo el hemisferio derecho de nuestro cerebro dormido y aniquilado para siempre. Es el relacionado con la expresión no verbal, piensa y recuerda en imágenes y está especializado en captar y expresar las emociones.
Si la naturaleza es sabia y sabe desenvolverse por sí sola, y aunque sólo sea por una cuestión de ahorro en esfuerzo, ¿no será mejor utilizar ambos hemisferios en lugar de uno?
Los “payasos de la tele” saben hacerlo muy bien y podemos tomarlos como ejemplo. Repasemos algunos de sus logros y comparémoslo con el docente y el aula:
- Humanización de la figura del payaso
Anteriormente a ellos, los payasos tenían una estética más parecida a ese payaso diabólico típico de película de terror que tenemos en nuestro imaginario colectivo. Excesivamente maquillados y con sonrisas artificiales que los asemejaban más a muñecos que a personas. La mayoría de los niños se asustaban al verlos y lloraban.
Nuestros payasos se caracterizaron tan solo con una camiseta que alargaron hasta por debajo de la rodilla y un pegotón de arcilla en la nariz para hacerla más simpática. El objetivo era eliminar lo superfluo para humanizar. La mirada, la sonrisa y los gestos tenían que ser humanos y transmitir y emocionar utilizando todo el potencial del lenguaje gestual.
Nuestros alumnos esperan del docente eso mismo: calidez, familiaridad, intimidad, confianza, seguridad y delicadeza. El hieratismo, la seriedad y la frialdad, nos alejan de los alumnos.
A lo largo de la jornada escolar el alumno se enfrenta a muchas situaciones complicadas. Salir a la pizarra cuando no se ha estudiado o cuando se es tímido, puede ser un calvario. Afrontar un examen o una actividad puede provocar tensión ante una evaluación. Algún enfrentamiento entre compañeros o algún problema que afecte al grupo de clase.
Para el docente, combatir el estrés propio de su actividad y lidiar al mismo tiempo con reducir el clima negativo en el aula, también es complicado. Pero si logramos humanizarnos ante el alumnado, si logramos crear ese clima cálido donde nos podamos reír de nosotros mismos e invitar a que los alumnos también lo hagan, estaremos creando un vínculo afectivo que repercutirá en el bienestar de todos, que se convertirá en deseo y motor por aprender. No habrá miedos limitantes, ni vergüenzas, ni presiones.
- Adaptación del circo a la televisión
Los payasos de la tele fueron unos innovadores excepcionales. Fueron los primeros en adaptar el circo al formato de la televisión, la tecnología punta de la época. Lo que demuestra que se puede innovar y se puede ser creativo hasta con un lápiz, pues también es tecnología. Ofrecen soluciones distintas a problemas reales. Y en esa adaptación, consiguieron ser fieles a la esencia del circo y perpetuarla.
De la misma manera, debemos no perder de vista los contenidos y objetivos didácticos porque el objetivo es lograr un aprendizaje. Una cosa es quitar rigidez al proceso de aprendizaje mediante la risa, y otra es no ser rigurosos en la manera de enseñar.
¿Cómo podemos ser rigurosos sin ser rígidos? Vemos que los payasos son ingeniosos y graciosos en sus escenas. Afrontan de manera optimista los problemas, asumen los errores y sus consecuencias sin llegar al punto de dramatizarlos, pues se centran en avanzar y su objetivo es hallar una solución.
El humor ayuda a desarrollar una apertura mental, esa que nos han inhibido. El sentido del humor desarrolla el sentido de la crítica y de la autocrítica, así como el sentido común, la imaginación y la creatividad.
- El mejor recuerdo de nuestra infancia
Los payasos de la tele han conseguido ser, por unanimidad, uno de los mejores recuerdos de la infancia de muchos de nosotros. Es complicadísimo lograr eso.
Si decíamos que el humor es innato en todos los seres humanos, nos queda reconocerlo, redescubrirlo y aprender y enseñar a apreciarlo. Pues con ello se crea una emoción positiva real, no esa de las frases motivacionales tan abundantes en redes sociales. No, esa no. Una emoción positiva que apela a la motivación, tanto intrínseca (el placer de aprender porque te lo pasas bien) como extrínseca (el logro o resultado de lo que aprendes).
La felicidad es contagiosa. Nuestro objetivo como docentes debe ser que los alumnos se sientan tan a gusto en clase como cuando van al circo y se divierten. Imagina escucharlos canturrear eso de “Había una vez un cole que alegraba siempre el corazón, lleno de color, un mundo de ilusión, pleno de alegría y emoción…”.
De cualquier forma, demos voz a los profesores que ya utilizan el humor como metodología en el aula. Podéis ver ejemplos de su aplicación en Primaria, Secundaria y Universidad en el siguiente vídeo/debate: El humor en la educación.