LA ESCUELA COMO CONTENEDOR DE PROBLEMAS SOCIALES
- 16/06/2022
- Publicado por: Toni García Arias
- Categoría: OPINIÓN

Por Toni García Arias.
Desde hace ya un par de décadas, la escuela está sufriendo un preocupante cambio de funciones que, por desgracia, no puede asumir. De transmitir conocimientos a los alumnos, la escuela ha pasado a convertirse en un compensador de los desequilibrios sociales. O, lo que es lo mismo; en un enorme contenedor donde la sociedad va tirando todos los desperdicios que va generando. A cada problema que surge o genera nuestra evolucionada sociedad, decenas de “expertos” salen en los medios de comunicación –que Dios los tenga en su gloria- reclamando que la escuela forme a los alumnos en esto o en aquello, dependiendo de la noticia del momento. Y me explico.
Según los datos, un 23,3 % de los escolares españoles tienen sobrepeso y un 17,3 % presentan obesidad. Esto significa que un 40,6 % de nuestra población infantil tiene exceso ponderal. Evidentemente, en la escuela, los profesores no les damos a los niños bollería industrial, ni les atiborramos de refrescos llenos de azúcar, ni los llevamos a comer a sitios de comida basura. La alimentación de un menor depende de sus padres y –a excepción de enfermedad- la obesidad de un menor es causada por la alimentación que le dan sus padres. A pesar de ello, la sociedad exige a la escuela planes de alimentación saludable, con programas para fomentar una adecuada alimentación con el fin de compensar los desequilibrios alimenticios a los que les conduce su vida familiar. Sin embargo, no se establece ningún plan autonómico ni municipal para ofrecer a los padres formación sobre la alimentación de los menores ni existe ningún control de dicha alimentación por parte de los servicios de salud. Y, por supuesto, tampoco se establece ninguna medida para que un plátano no cueste el doble que un bollo repleto de grasas hidrogenadas, con lo que muchos padres sin recursos no tienen gran posibilidad de ofrecer a sus hijos una alimentación saludable.
Del mismo modo, los datos indican que cerca del 75% de los menores no practican ninguna actividad física más allá de las horas de Educación Física en el colegio. Según los estudios, se calcula que los niños españoles pasan una media de 5 horas frente a las pantallas. Pantallas que, por cierto, les compran sus padres. Para revertir esta situación, muchos “expertos” solicitan más horas de Educación Física en los colegios, pero no por el valor de esta área en sí, sino como modo de compensación de un desequilibrio producido en el ámbito familiar. De nuevo, ningún plan para el fomento del deporte fuera del horario escolar por parte de consejerías y ayuntamientos, ni constitución de escuela de padres para formar a las familias, ni lugares seguros donde los niños puedan practicar deporte o jugar.
Siguiendo con las pantallas, diferentes estudios señalan que la edad a la que los menores acceden a contenidos pornográficos a través de Internet son los 8 años. Gracias a esta concepción pornográfica de la sexualidad, se está produciendo un aumento de agresiones sexuales entre menores, aumentando también considerablemente las violaciones en grupo. Además del ámbito sexual, el acceso a Internet de manera incontrolado por parte de los menores también trae como consecuencia el aumento del acoso a través de las redes sociales; un acoso que no solo se produce ni se inicia en el colegio, sino también en casa. Debido a esto, los “expertos” solicitan que los colegios eduquen en el uso responsable de los móviles; móviles que los padres les compran a sus hijos con 2 años y que les entregan sin ningún tipo de app para el control de contenidos o duración de tiempo de uso. De nuevo, a la escuela se le exige que resuelva los problemas que se genera fuera de la escuela. Y, como en los anteriores casos, ninguna escuela de padres ni intervención socioeducativa con familias con niños adictos al móvil.
Lo mismo sucede con el aumento de las enfermedades de transmisión sexual, o el respeto a la mujer, o el aumento de los embarazos no deseados, o la adicción a las drogas, o la adicción a las apuestas. Ante una situación preocupante, centenares de “expertos” se lanzan a solicitar más horas de educación sexual en los colegios, más horas de educación emocional en los colegios, más horas de educación sobre la drogadicción en los colegios, más horas de educación feminista en los colegios, más horas sobre el problema de las adicciones en los colegios, etc.
Para entender el despropósito al que estamos llegando con todo este asunto, nada mejor que recordar lo que recientemente se planteó en EEUU ante la matanza en un colegio de primaria: armar a los profesores. Esa es la solución. Ninguna medida de control de armas y de acceso a las mismas. Sin embargo, sin duda, el colmo de este despropósito es el cambio climático. Mientras el currículo se llena de referencias a la educación medioambiental, convirtiendo a los niños de hoy en la solución del planeta, nosotros, los adultos, seguimos deforestando el planeta, aniquilando especies, arrojando residuos en los montes, abandonando a nuestras mascotas y llenado de basura la playa. Todo muy coherente.
Todo esto no va de una lucha entre padres y escuela, sino de la diferenciación entre las responsabilidades de los padres y las responsabilidades de la escuela. Obviamente, la escuela puede colaborar con las familias en la educación de los menores, pero a la escuela no se le puede responsabilizar de algo que no puede asumir, sencillamente porque no tiene capacidad de acción. La escuela no puede llegar a la casa de un niño, darle de comer una ensalada mediterránea, quitarle el móvil mientras come, ponerle un horario de uso de la Play, motivarle para que realice actividad física, restringirle el acceso a contenido pornográfico ni recordarle que tiene que llevar un condón cuando sale de fiesta y tenga pensado tener una relación sexual. La escuela no puede hacer todo eso. Puede concienciar e incidir en esa educación, pero esas son funciones paternas. Lo grave de todo ello es que se vende –hipócritamente- como un éxito la introducción de todos estos contenidos en la escuela y no lo es, porque la realidad -la cruda realidad- es que si las familias no empiezan a tomar las riendas de la educación de sus hijos en colaboración con la escuela, estamos dejando a nuestros menores absolutamente desamparados ante los impactos de un mundo cada vez más complejo y menos amable con la infancia.
NOTA: las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de idDOCENTE. Si quieres colaborar con nosotros escribiendo un artículo de opinión, escríbenos a info@iddocente.com y te daremos todos los detalles.
Autor:Toni García Arias

Saludos desde Pereira ,Risaralda , Colombia . Lo acompaño con su comentario .Experiencias concretas con el P A E Programa de Alimentación Escolar que se lleva a cabo en los colegios de Colombia .