EDUCACIÓN: PARADOJA DE UNA SOCIEDAD
- 19/03/2021
- Publicado por: Andrés Eduardo Baquerizo
- Categoría: OPINIÓN

Por Andrés E. Baquerizo.
Desde que los griegos concibieron a la escuela como un lugar de ocio en donde el aprendiz podía pensar y cuando Camus manifestó que primero nos enseñan a vivir antes que a pensar, la educación se afincaba en intentar exorcizar toda contradicción, con el tiempo Morín vio la necesidad de que el caos que dirige la batuta de la realidad sea insertada en las aulas lo que creo un sisma, pero surge una pregunta, ¿La sociedad es el resultado de esta educación? Ya Kant insistía en educar al niño para no castigar al hombre, la contradicción sigue siendo la gran certeza de nuestra época y que a los educadores aún nos cuesta manejar, mientras la misma sociedad nos pide que mejoremos y nos esforzamos, ella misma nos alimenta con el bombardeo continuo de un hedonismo no para ser, sino para tener. Se les dice a los estudiantes que estudien lo que aman, la sociedad contribuye con sus evidencias a demostrar que el dinero rige nuestras vidas de forma oculta, como Morias delirantes, dejando sin sustento a la utopía del aprendizaje como un horizonte que nunca se alcanza, pero que en el perseguirlo está su riqueza.
Se les enseña a los estudiantes a tener un diálogo sincero con ellos para que puedan dialogar con los demás, mas la sociedad le arrebata la familia por la demanda que ejerce el trabajo, así que solo aprenden a conversar y a gesticular monosílabos por cada pregunta: «¿Cómo estás?»… «Bien» Y ahí muere la conversación, lo que transforma a la educación en una caricatura eufemística de su existir que se ve reflejado en el malentendido llamado: enseñar.
La educación va rumbo a la alienación del individuo, lo que profetizó Ortega y Gasset, cada vez se conoce más de la ciencia, pero menos de uno mismo, parece que la sociedad ama lo que aborrece y a ese monstruo se está llegando, llámesele Frankenstein o Golem, se está sacando al hombre del individuo para hacerlo un monstruo rentable de su producción: soledad.
La sociedad exige cumplir con los deberes y los padres le justifican todo a sus hijos enseñándoles a no saber asumir sus responsabilidades, así la corrupción se instala en el ser como una oferta y demanda.
La sociedad exige resultados, mas los docentes no incluimos en nuestra planificación el error, ya que este es el que enseña con arte (didáctica).
El eufemismo de la educación consiste en hacer de lo superficial algo profundo, un hombre técnico que no sabe sufrir, por eso no sabe ubicarse en su propia historia creando un limbo entre la educación y la sociedad, aquel hombre engreído del que hablaba Ortega y Gasset.
La sociedad manipula de forma inconsciente a la educación generándole necesidades innecesarias, ya que la vida humana se reduce a un proyecto en donde la educación sin tener dolo intenta llevarnos al rebaño del consumismo que es un todo contra todos, o no suele decirse que estudies lo que te dé dinero, sobre todo en los países a los que se les llama “el tercer mundo”, la educación debe manejar esa paradoja haciendo a los estudiantes los grandes críticos de ella para que asuman sus decisiones y las consecuencias de ella.
El nuevo auge científico y los distintos métodos de aprendizaje son buenos, pero deben forjar al humano en su interior y eliminar a lo que yo llamo “operación espanta-pájaro” en donde se planta a este individuo educado en medio de la sociedad para espantar los sin sentidos operantes de una razón que se ha establecido desde el interés del poder, sea político, educativo, etc. la gran opresión del encaje de las nuevas estructuras que van a toda velocidad.
Es así como la educación más que revolución, necesita evolución, ser entendida en su complejidad humana, ya que la verdadera educación es aquella que intenta responder a la incógnita profunda de todo ser humano que es: “¿Qué soy?”, todos los actos humanos son la búsqueda inconsciente a esa pregunta, así la educación es aquella que ubica al humano en su existencia y le da un sentido y un lugar en la sociedad, el conocimiento llega después, ya que el conocer es ser, pero una vez que el hombre se ha ubicado en su interior.
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Autor:Andrés E. Baquerizo
