Por Toni García Arias.
Por si alguien no se había dado cuenta, vivimos un momento excepcional de nuestra historia; un momento donde, en apenas un año, han muerto en España por el COVID entre las 60.000 personas que reconoce el Ministerio de Sanidad hasta las casi 90.000 que se pueden extraer de los datos del INE. Es decir; todas las personas equivalentes a la ciudad de Toledo o Pontevedra o Zamora barridas del mapa de un plumazo. Casi nada.
En el mes de agosto, en el programa “La Estirpe de los Libres”, y ante la pregunta de Iker Jiménez sobre si los colegios eran entornos seguros, yo respondí que no. En aquel momento, había una incidencia acumulada de unos 150 casos por cada 100.000 habitantes en 14 días. Para dar aquella opinión, yo me basaba, por un lado, en diversos estudios que advertían sobre la capacidad contagiosa de los menores que -según las investigaciones- era similar a la de los adultos y, por otro lado, en la dificultad para garantizar que las mascarillas de los alumnos estuviesen homologadas, en buen estado y colocadas de manera ajustada de tal manera que no pudiesen expulsar una cantidad excesiva de aerosoles, todo ello en un espacio de 50 metros cuadrados con 30 personas durante 5 horas al día sin ningún tipo de purificadores de aire con filtros HEPA. Hoy, con casi 20.000 casos reconocidos en los centros educativos desde el inicio de curso -sin contar todos los que han sido considerados mixtos y que bien podrían ser considerados propios de centros educativos-, con más 6.000 aulas confinadas, sin que la mayoría de los centros educativos dispongan todavía de medidores de CO2 ni filtros HEPA, sigo pensando lo mismo. De hecho, muchos países de Europa han decidido cerrar los colegios en momentos puntuales de la pandemia ya que sus cifras, al igual que las nuestras, demuestran que los colegios son importantes focos de contagio cuando la incidencia acumulada está disparada.
Teniendo todo esto en cuenta, yo defendí desde el principio de curso -y hoy vuelvo a hacerlo- la libertad de los padres para poder elegir en estos momentos excepcionales entre una educación presencial o una educación telemática, porque en los momentos excepcionales hay que tomar medidas excepcionales y vivir de manera excepcional. En las circunstancias en las que estamos, creo firmemente que aquellos padres que no quieran llevar a sus hijos al colegio porque puedan quedárselos en casa deberían tener el derecho a no hacerlo y creo que el estado debería ofrecerles a esos padres la posibilidad de que sus hijos tuviesen una educación telemática con su correspondiente derecho a la evaluación. Esto es aún más necesario para aquellas familias cuyos hijos tienen ciertas patologías incompatibles con COVID o familiares con patologías graves a las que ni siquiera se las ha tenido en cuenta. Sinceramente, no creo que “amenazar” a estas familias con aperturas de expedientes por absentismo sea en estos momentos ni oportuno ni acertado, cuando no absolutamente indigno, mucho más cuando luego los verdaderos casos de absentismo pueden pasarse años y años sin ser solucionados. Es más, en realidad, con 724 muertos en el día de hoy y una incidencia acumulada de 841 casos por cada 100.000 habitantes, lo irresponsable para mí es obligar a los padres a llevar a sus hijos al colegio, ya que -según todas las recomendaciones habidas y por haber- con las cifras actuales los centros educativos deberían estar cerrados, y cuando digo cerrados me refiero al concepto de los países del norte de Europa, que se refiere a que solo se abrirían a hijos de trabajadores esenciales y/o personas que estén trabajando todos los miembros mayores de la familia y no pudiesen costearse una persona que cuidase de sus hijos, no vaya a ser que algunos confundan cerrar los centros con que los docentes estén de vacaciones, que ya sabemos lo rápido que en España nos gusta decir que los maestros tienen demasiadas vacaciones sin saber que son de los que más horas trabajan al año con respecto a otros países de Europa.
En contra de esta opinión, hay personas que dicen que los niños tienen que ir al colegio sí o sí porque tienen que socializar. Curiosamente, dicen socializar, no aprender, como si un colegio fuese un bar donde tomarse unas cañas con una tapa de chipirones. Por supuesto, los niños tienen que socializar, pero la socialización es fundamental también para los jóvenes, para los adultos y para los ancianos, no solo para los niños. Sin embargo, se nos olvida que para socializar primero hay que estar vivo, porque los muertos no suelen socializan bien, y en las circunstancias en las que estamos, socializar empieza a ser sinónimo de contagiar, y contagiar comienza a ser sinónimo de tener un respirador metido por la garganta.
Por otro lado -y este argumento me hace aún más gracia-, algunos afirman que los niños tienen que ir al colegio para protegerles su derecho a la educación. ¿En serio? ¿Es por su derecho a la educación o es porque las escuelas se han convertido en un aparcamiento de niños mientras sus padres trabajan sin que las empresas hagan el más mínimo esfuerzo por conciliar la vida familiar y laboral? Si, en realidad, es por el derecho a la educación, ¿dónde está el derecho a la educación de los niños en aulas masificadas?, ¿dónde está el derecho a la educación de los niños en aulas a 45º sin aire acondicionado en verano?, ¿dónde están las aulas de idiomas, o los laboratorios de ciencias para tener un mejor derecho a la educación?, ¿dónde están las aulas de música con todos los instrumentos inimaginables para que los niños puedan desarrollar sus habilidades musicales más allá de la flauta?, ¿dónde están las pistas deportivas y los pabellones deportivos con todos los materiales necesarios para probar diferentes deportes?, ¿dónde están las bibliotecas llenas de libros nuevos y no con las solapas repletas de precinto para que no se caigan las hojas?, ¿dónde están los salones de actos?, ¿dónde están las aulas con diferente vestuario para poder ensayar representaciones de teatro?, ¿dónde están las zonas verdes, los huertos escolares? Todo eso es derecho a la educación; derecho a la educación de verdad. Lo otro es aparcar a un niño en un edificio desangelado invirtiendo para ellos lo mínimo posible. Así que dejemos de utilizar a los niños como armas, cuidemos de su salud en estas circunstancias tan complejas e invirtamos de verdad en los colegios para que estén protegidos frente al virus y puedan disfrutar de una educación de calidad. Todo lo demás; pura irresponsabilidad y demagogia.
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Autor:Toni García Arias
2 comentarios
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Como si lo hubiera escrito yo! Debería ser ley este escrito.
Si yo contara todo lo que sucede en el colegio de mis hijos..vivo en una lucha constante .
Hoy como tantas veces salieron todos ,como dice mi hijo ,»apelotonados»,en masa va..me quejo con la maestra y quitandole importancia me dice:buehh..fue un momento puntual hoy.
Como cuando un profesor se quita la mascarilla, y le dice a los niños que él puede,porque sus salivas desaparecen con el viento..y al.director le parece bien. Y puedo seguir y seguir..que se presente este escrito al.gobierno que se junten firmas..que hay que hacer? Antes de que no pueda hacer nada.
Bravo señor tony.
Muchas gracias por escribir tan bien la verdad que nos quieren ocultar mientras nuestros familiares mueren porque ni el estado ni las autonomías hacen nada, y mientras los que no llevamos a nuestros hijos al cole somos los raros. Creo que como sanitaria sé lo que nos estamos jugando. En este país los intereses económico-políticos por encima de la vida siempre.
DEP.