CÓMO MEJORAR EL CLIMA DE CONVIVENCIA EN EL CENTRO EDUCATIVO
- 26/10/2021
- Publicado por: Toni García Arias
- Categoría: OPINIÓN

Por Toni García Arias.
Uno de los principales problemas a los que nos enfrentamos hoy en día los centros educativos es el clima de convivencia en el aula y en el propio centro. Generar un buen clima de convivencia no solo es positivo en lo que se refiere a la buena interacción entre los alumnos y los profesores, sino que, además, propicia un entorno estable que favorece el aprendizaje. En este post voy a tratar, de una manera resumida, una serie de actuaciones que nos pueden ayudar a mejorar ese buen clima de convivencia desde mi propia experiencia.
El punto de partida
Mi centro educativo tiene 489 alumnos de 15 nacionalidades distintas, con un 58% de alumnado inmigrante, 49 acneaes, 48 acnees, 7 alumnos con Trastorno del Espectro Autista y 39 alumnos de minorías étnicas. Sin lugar a dudas, mantener un buen clima de convivencia en un centro con esta diversidad, no es una tarea fácil. Sin embargo, en la actualidad, mi centro educativo destaca por tener un magnífico clima de convivencia a pesar de la enorme variedad de culturas e intereses. Esta afirmación la realizo basándome en pruebas objetivas de recogida de datos y en la opinión que me llega de los docentes que han estado en otros centros y pueden establecer comparaciones más o menos objetivas.
Cuando me nombraron jefe de estudios, mi centro tenía una media de unos 75 partes de disciplina al año. De manera general, podría decirse que había dinámicas poco positivas en el patio y el ambiente general era de cierta crispación. En el patio, los alumnos solían juntarse entre sí según su nacionalidad o su etnia y no se relacionaban con otros grupos. En ocasiones, surgían conflictos entre esos grupos que se enfrentaban entre sí por diferentes temas. Como jefe de estudios, una de mis finalidades principales fue romper de manera inmediata con esa dinámica.
Actuaciones del centro
Las normas:
Desde muy pequeños, los niños saben perfectamente lo que está bien y lo que está mal. Ese conocimiento lo van generando a medida que lo van aprendiendo de los adultos. Si los adultos no les muestran qué es lo que la “tribu” valora como buen comportamiento y qué es lo que valora como malo, obviamente vivirán en la ausencia de normas. Por eso, una de las primeras intervenciones que hay que realizar en el centro educativo y en el aula son un conjunto de normas de convivencia que todos los alumnos y padres conozcan. Por lo general, yo soy partidario de que haya pocas normas, pero claras y de obligado cumplimiento. Además, es importante que el alumno interiorice la norma como algo positivo para él y para el resto de los compañeros antes de que las cumpla por miedo a un castigo. En ese sentido, yo prefiero enseñar a mis alumnos cuál es el momento idóneo para que puedan ir al aseo –cuando el profesor no esté explicando, por ejemplo- antes de que me pidan permiso. Una vez que lo comprendan, con que me informen me es suficiente.
Por otra parte, es importante que los alumnos sepan que –ante un incumplimiento de la norma- habrá también una sanción. Los niños lo asumen perfectamente cuando se trata de un partido de fútbol o de baloncesto, lo cual significa que esta relación de “incumplimiento-sanción” la conocen perfectamente. Obviamente, también es importante que esta sanción no sea aleatoria y que sea ajustada al incumplimiento.
Generar un clima de confianza entre los alumnos y el equipo directivo:
Hace un par de años, llegó a nuestro colegio un alumno disruptivo con conducta amenazante. Justo al día siguiente de su incorporación, entró en mi despacho a primera hora de la mañana un alumno para contarme que, a la salida del colegio, este nuevo alumno le había pedido dinero y lo había amenazado. Inmediatamente, llamamos a la madre y al alumno y les explicamos de una manera absolutamente clara cuál era la situación y las normas de convivencia en nuestro centro. Queríamos que tuviesen claro que los derechos de ese alumno no iban a vulnerar los derechos del resto de los 489 alumnos. Ese mismo día se le abrió el primer parte. Unas semanas después, este alumno volvió a causar un conflicto violento en el patio, lo que dejaba en evidencia que no había acabado de entender lo que significaba el respeto a las normas de convivencia, por lo que le abrimos el segundo parte y establecimos un plan de asimilación de normas consistente en apartarlo de su aula y atenderlo con un plan personalizado. Después de un par de semanas apartado de su aula y realizando tareas para la comunidad, tal como recoge la norma, finalmente asimiló que solo había dos opciones: o aceptar la convivencia o, directamente, no disfrutar de ella.
Con esta anécdota quiero destacar dos aspectos importantes:
- Por un lado, que un buen clima de confianza entre los alumnos y el equipo directivo es fundamental para detectar los problemas de convivencia de manera inmediata. Si los alumnos saben que tú, como director, los vas a defender ante aquellos comportamientos que atentan contra sus derechos, te contarán cuáles son sus problemas. Si, por el contrario, tu respuesta como director (o como tutor) es no actuar o, incluso, posicionarte en el lado del que no cumple las normas, nunca hablarán contigo. Y, precisamente, ese grado de confianza y esa actuación inmediata serán, sin lugar a dudas, el mejor modo de prevenir casos de acoso escolar.
- Por otro lado, que cuando la casi totalidad del alumnado cumple las normas, todos conviven felices y seguros, estableciendo relaciones positivas, por lo cual, cuando alguno no cumple esas normas, se convierte inmediatamente en una persona incómoda para la comunidad y enseguida lo penalizan poniéndolo en conocimiento del tutor o la jefatura del centro.
Crear patrullas de convivencia en el patio:
Una de las actuaciones que llevé a cabo cuando llegué a la jefatura de estudios fue implementar la “Patrulla roja” en el patio, una patrulla de mediación en el horario de recreo. Esta patrulla roja está integrada por dos alumnos que se dedican a mediar en los conflictos que surgen en el patio con una serie de pasos que establecemos desde la dirección: escucha activa de los involucrados, acuerdos, sanciones y, si fuese necesario, traslado a jefatura. La patrulla roja es rotatoria y participan todos los alumnos de 5º y 6º de Educación Primaria. Desde que la patrulla roja actúa en el patio, los conflictos en el mismo se solucionan de una manera más dinámica sin tener que adoptar medidas sancionadoras por parte de jefatura.
Dar diferentes posibilidades de ocio:
El patio es siempre un lugar de conflicto. Por eso, es importante que los alumnos dispongan de diferentes posibilidades de ocio que les aparten de los enfrentamientos. Para ello, en nuestro centro realizamos actividades de baile, competiciones deportivas, bibliopatio y dedicamos espacios para diferentes juegos de tal manera que todos los alumnos estén participando voluntariamente en alguna de esas actividades.
Apoyar a los docentes:
En algunas ocasiones, los docentes se quejan de que los equipos directivos no apoyan a los docentes cuando estos quieren sancionar o, incluso, expulsar a un alumno. Este es, sin duda, un grave error. El acuerdo en que el cumplimiento de las normas es básico para el buen funcionamiento del centro tiene que ser compartido por todos, y el equipo directivo debe ser el primero en liderar esta finalidad. Evidentemente, hay momentos en que –según las características personales e incluso sociales del alumno- debemos analizar si una determinada sanción puede resultar más perjudicial que beneficiosa, pero –sin duda- lo que es evidente es que, ante un mal comportamiento, debemos actuar. La falta de respeto a profesores y a compañeros es una línea que, bajo ningún concepto, se puede cruzar y, en ese sentido, es importante que el equipo directivo esté a la altura de los conflictos que puedan surgir en la comunidad educativa, por mucho que la aplicación de las sanciones pueda ser farragosa desde el punto de vista burocrático.
Conclusión
Aunque, obviamente, esto que he comentado son solo unas pinceladas de un buen plan de convivencia, llevarlas a cabo comenzarán a allanarnos el terreno para lograr un buen clima de centro y de aula que beneficie las relaciones positivas y el aprendizaje. Es importante que tengamos claro que ni uno solo de los alumnos de nuestros centros debe acudir con miedo al colegio o instituto por culpa de alguien que lo amenace o que vulnere sus derechos. Y ese pensamiento debe ser compartido por todos. Por eso, es fundamental que en los claustros se establezcan de manera muy clara y sencilla cuál será nuestra intervención con el alumnado que no cumple las normas básicas de convivencia así como con sus familias. Es, sin duda, el mejor medio para que todos los alumnos se sientan protegidos y respetados.
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Autor:Toni García Arias
